El Libertador: Caballos, Herradores y Ganadería en la Guerra de Independencia; Aportes Adicionales

 

 

 

 

 

 

 

Naudy Trujillo Mascia

 

Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado

 

Decanato de Ciencias Veterinarias

 

naudytrujillo@ucla.edu.ve

 

Barquisimeto, Venezuela

 

 

 

 

 

Artículo Original

 

 

 

 

 

Resumen

 

 

 

Este trabajo es una investigación de carácter fundamentalmente documental orientado por el paradigma de la Historia Social o Historia Síntesis que busca hacer aportes que permitan comprender mejor la relación del Libertador Simón Bolívar con los animales, su uso, su manejo y su atención en Venezuela, Nueva Granada y Perú durante la guerra de independencia del reino español, evidenciada en decisiones que a la postre pudieron resultar determinantes en el desarrollo y desenlace del conflicto.

 

 

 

 Palabras Clave: Simón Bolívar, Caballos, Herradores, Ganadería, Guerra de Independencia.

 

 

 

Abstract

 

 

 

This work is a  research, fundamentally documentary, oriented by the paradigm of Social History or Synthesis History that seeks to make contributions that allow improve understanding the relationship of the Liberator Simón Bolívar with the animals, their use, their management and their attention in Venezuela, Nueva Granada and Peru during the war of independence of the Spanish kingdom, evidenced in decisions that ultimately could be decisive in the development and outcome of the conflict.

 

 

 

Key Words: Simon Bolívar, Horses, Farriers, Cattle, Independence War.

 

 

 

Ganadería y Movimientos Pre-Independentistas

 

 

 

  En la Colonia, la clase social adinerada y pudiente de Venezuela, como el resto de la América española, fundamentaba sus riquezas en la tenencia de importantes extensiones de terreno y en la producción agropecuaria, en la cual la ganadería1 no dejó de tener preponderancia en los casi tres siglos y medio de dominio hispano, dado que su explotación extensiva siempre ha ameritado, necesaria y técnicamente, grandes pastizales.

 

 

 

En este ambiente, el desarrollo de poder económico fomenta el anhelo por el logro de poder político. Así muchos de los prominentes hacendados ganaderos se asociaron a instituciones monárquicas, como el Real Consulado de Caracas por ejemplo, y posteriormente estuvieron involucrados como líderes en movimientos que buscaban romper el yugo hegemónico político, social y económico metropolitano español en Venezuela. Prueba de ello es que

 

 

 

“…el Marqués del Toro y el Conde de San Javier se constituyeron de hecho en los doctores de los agricultores en su pleito con la Compañía [Guipuzcoana en 1738] (…) veremos al Conde de San Javier preso a raíz de la sublevación de Juan Francisco de León por sospechas posiblemente fundadas de haber colaborado con éste…”2

 

 

 

en su intentona, considerada pre-independentista.

 

 

 

Y en un análisis acucioso, podemos encontrar también entre las bases de esta rebeldía de los ganaderos americanos los malestares ocasionados por la posición de los ilustrados metropolitanos, como Gaspar de Jovellanos, que planteaban medidas contra la ganadería extensiva y las tierras de uso común bajo en el argumento de que limitaban a España en el logro del desarrollo que estaban alcanzando otros países de Europa.

 

 

 

En este sentido, las reformas técnicas de moda en Europa a finales del siglo XVIII señalaban que la ganadería extensiva no era eficiente y se proponía su cambio por sistemas intensivos de estabulación y la siembra de prados artificiales, consideradas ambas como prácticas agropecuarias modernas recomendadas por la literatura ilustrada e industrial del momento. Sin embargo, esta directriz, por supuesto, representaba la posibilidad de reducción de cantidades de tierras en manos del ganadero lo que implicaba la pérdida de su poderío social-económico-político de base terrateniente y latifundista.

 

 

 

De acá de que no es temerario ver el descontento ganadero como posible antecedente para el proceso emancipador venezolano, que luego tuvo réplicas por Sur y Centroamérica. Esto podría confirmarse parcialmente dado que personajes directamente involucrados en la independencia de Venezuela a partir de 1810 eran prominentes ganaderos. Como ejemplo entre muchos otros, Santiago Mariño, cuyo padre exportaba por Güiria, en el oriente venezolano, mulas, caballos, ganado vacuno, cabritos y pescado, a cambio de negros, monedas o víveres, desde las Antillas3; Jacinto Lara y Pedro León Torres, quienes eran criadores y comerciantes de ganado en la zona de Carora; Florencio Jiménez criador y comerciante de ganada caprino en la zona de Quíbor; Andrés Nicolás Torrellas ganadero en la zona de Sarare entre Barquisimeto y Araure; José Antonio Páez, prototipo del llanero ganadero; y el mismísimo Simón Bolívar hacendado de los Valles de Aragua criador de mulas de carga y caballos.

 

 

 

Pero también lo confirmaría el hecho de que fue precisamente el negocio ganadero el primer blanco estratégico del conflicto y el más afectado por las hostilidades.

 

 

 

La Ganadería en la Independencia de Venezuela

 

 

 

Así, durante la Guerra de Independencia el ganado bovino venezolano mermó considerablemente, pasando de un estimado en 1804 de 1.200.000 cabezas a unas 256.000 en 1823, debido a dos razones fundamentales: las explotaciones fueron abandonadas porque sus propietarios emigraron huyendo de las revueltas lo que facilitó el escape cimarronaje de los animales y en el peor de los casos su saqueo; o simplemente se utilizaba este ganado para aprovisionar las tropas.

 

 

 

 En efecto, la guerra tuvo como principal escenario las áreas dedicadas a la actividad agropecuaria dado su potencial estratégico y porque su dominio neutralizaba a los prominentes productores que también eran de ordinario la élite social y política de la sociedad colonial venezolana. No obstante, en principio esta táctica no resultó efectiva para los independentistas ya que

 

 

 

“La primera gran zona cuyo dominio perdieron los patriotas en 1813 fue la de los llanos. Los jefes españoles descubrieron que allí era posible la guerra sin los graves problemas de subsistencia de otras zonas del país.” 4

 

 

 

Luego de producirse las primeras escaramuzas, el realista José Tomás Boves fijó en 1813 el cuartel general de sus tropas

 

 

 

“... en los llanos de Calabozo, que fueron el manantial fecundo de sus recursos. (...) La voz del desorden se esparció por todas partes, no siendo de extrañar que el centro de Venezuela, en llanuras inmensas, llenas entonces de caballos, mulas y ganados, en que los hombres ejercitan el valor y las privaciones, pusiese Boves un ejército numeroso con el cebo de las propiedades ajenas, con que subyugó a Venezuela.” 5

 

 

 

Solo muerto Boves, un nuevo caudillo, el patriota José Antonio Páez, fue quien consciente de la importancia económica que en su época tenían los llanos de Calabozo, los cuales junto a los llanos de Apure y Barinas capitalizaban el grueso del rebaño ganadero venezolano6,

 

 

 

“… supo aprovecharse del camino que dejó abierto el famoso Boves e hizo lo mismo que él con sus lanceros, apoderándose de todas las caballerías, de todos los hatos de ganado y dejando a sus contrarios sin medios de poderles hacer la guerra en el desierto país donde formaron su residencia.” 7

 

 

 

Posteriormente, zonas ganaderas, más cercanas a centros poblados importantes, como las sabanas de Sarare al sur de Barquisimeto, las llanuras de Acarigua-Araure, los llanos de San Carlos, las planicies cercanas a Valencia y Villa de Cura, así como los llanos y mesas del Guárico fueron escenarios importantes de pugna bélica por el dominio de espacios y recursos.

 

 

 

Durante un breve período, en 1818, el ejército expedicionario realista al mando de Morillo retomó las llanuras de Calabozo y Apure, para luego ser recuperadas definitivamente por los patriotas.  De tal forma que, los recursos estratégicos del llano permitieron al ejército de Bolívar emprender la Campaña del Sur, ya que

 

 

 

“Verificada la acción de Carabobo que selló la libertad, ocupó la plaza de Calabozo la guerrilla mandada por Valentín Cortés en el año de 1821, enviada de orden superior. Establecido el orden por toda Venezuela, y reunidos los virtuosos calaboceños, dieron principio al fomento de sus productivas crías con cuyos recursos contribuyeron a la persecución de los facciosos, a marchas de tropas al Táchira y Barcelona, gozando de paz de la tranquilidad que ofrecen las instituciones liberales.” 8

 

 

 

Ciertamente, las diferentes zonas ganaderas de Venezuela, y posteriormente de Nueva Granada, Ecuador y Perú, abastecieron a los ejércitos beligerantes durante la guerra de emancipación, ya que el requerimiento de caballos y de mulas, así como de carne y otros productos del ganado, como la leche y el cuero, era grande.

 

 

 

Eran necesarias importantes cantidades de carne ya que la alimentación de las tropas se basaba fundamentalmente en ella. Ya tempranamente en el conflicto bélico de emancipación Bolívar dictó órdenes sobre las raciones de las tropas como la que se observa en el “Reglamento de Sueldos y Vestuarios para clases y soldado del Ejército Libertador” publicado el 10 de octubre de 1813, en el que se establece que a los sargentos, cabos y soldados se acordaba una ración diaria de medio real de carne9 y un cuartillo de pan del propio de la región donde estuvieran, es decir, de trigo, de maíz o de yuca10.

 

 

 

  No obstante, mas adelante en 1819, el General Carlos Soublette, jerarca del estado mayor patriota, ordena una ración de una libra de pan, libra y media de carne, cuatro onzas de menestra, media onza de sal y la leña suficiente11. Y luego, hacia 1821, la ración diaria de la tropa en la campaña del sur era consistente de una y media libra de carne, 4 onzas de arroz, seis y ocho plátanos12. Esta reducción en la ración puede entenderse dada la escasez de productos de la tierra provocada por los estragos al sector agroproductivo durante el conflicto armado.

 

 

 

Es que la cacería, y la confiscación, de ganado fue el elemento económico fundamental de la Guerra de Independencia en las llanuras, desde 1813 hasta 1821. Desde 1817, Bolívar combinó en Guayana las virtudes de una ganadería sedentaria mantenida con relativa técnica en esa región con la cacería de reses y caballos así como con la domesticación elemental, para el uso bélico o para el comercio13. Estrategia que luego de expandió a los llanos de Barinas y Apure y luego al resto del territorio de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador.

 

 

 

Pero el ganado no solo era usado desde el punto de vista de alimentos, sino también como elementos de trabajo o transporte y como bien de cambio. De allí que tengamos a un General Carlos Piar, por ejemplo, cambiando ganado de Guayana por pertrechos y armas a agentes ingleses radicados en Trinidad.

 

 

 

Se puede estimar por tanto que la ganadería fue factor decisivo en la emancipación de Nueva Granada y Venezuela14 y posteriormente al comenzar su reconstrucción como repúblicas. Así ya en vías de consolidación de la independencia, Bolívar, consciente del valor de la producción ganadera para el desarrollo nacional, resuelve en Coro el 20 de Diciembre de 1826, extender a otras especies pecuarias la prohibición de exportación establecida en una ley sancionada por el Congreso de la República el 10 de Julio de 1824 que proscribía el comercio internacional de yeguas y vacas. El Libertador toma esta decisión, considerando que la agricultura no puede reponerse del atraso en que se hallaba sumida por la escasez de ganado que dejó la guerra, con la intención de proteger y aumentar la producción animal15.

 

 

 

Por otro lado, acciones de Bolívar, como el decreto de creación de las Juntas Provinciales de Agricultura y Comercio para el Desarrollo Industrial de la Nación de Colombia de 1820 con el cual adopta una posición proteccionista de estas actividades al inicio de la república, muestran como estaba claro en los conceptos teóricos sobre estas áreas productivas además de estar ganado por el movimiento ilustrado y enciclopedista, así como por las ideas fisiocráticas que se discutían en Francia16.

 

 

 

En definitiva, el claro conocimiento, y entendimiento, del Libertador acerca del uso estratégico de los animales no solo para la guerra, sino para la alimentación de la población y para la generación de riquezas necesarias en la estabilidad y el avance socioeconómico de una nación, no es sino una muestra de conceptos que claramente le provienen de su condición familiar de agroproductor, potenciados luego por su formación ilustrada.

 

 

 

La formación de Bolívar y su relación con el uso militar de animales

 

 

 

Antes de llegar a ser el Libertador, Simón Bolívar fue en principio un hacendado caraqueño, miembro de una familia que conocía muy bien el negocio rural, el movimiento de esclavos, la producción de caballos y mulas, así como todos los demás problemas de la producción agropecuaria17.

 

 

 

Para algunos autores, la cercanía vital de Bolívar con los animales puede evidenciarse, por ejemplo, en su historia clínica que presenta cuadros de zoonosis; tal y como lo refieren algunos historiadores al mencionar que padeció de

 

 

 

“…los «carbuncos»18, una enfermedad que los animales, sobre todo caballos,  contagian a los humanos y se caracteriza por llagas que, una vez infectadas, tardan en cicatrizar19.

 

 

 

Pero también se recalca en el hecho de compartir amistad con personas que gustaban de los animales como son los casos de Jacinto Lara que en su juventud había sido comerciante de caballos, José Antonio Páez llanero con una vida en la actividad ganadera, los oficiales de la legión extranjera que reclutaría en Europa, y hasta Manuela Sáenz de quien era notoria su habilidad para montar caballos y galopar así como su afición por los animales20.

 

 

 

Los conocimientos del valor, el uso y el mantenimiento de los animales adquiridos en su mocedad serían luego ampliados por las lecturas de la Ilustración a las que tuvo acceso por su relación con el letrado Marqués Gerónimo Enrique de Uztáriz y Tovar Suárez de Loreda21, y que posteriormente fueron su potenciadas en su educación basada en el método educativo francés de Rosseau usado por su maestro Simón Rodríguez. Lo cierto es que, por Uztáriz, Rodríguez o por ambos, el joven Simón tuvo la oportunidad de acceder a libros como la Enciclopedia, que incluían los importantes 227 escritos sobre caballos, hipiátrica, mariscalería22 y arte militar de Claude Bourgelat, el francés creador de las École Vétérinaire en Lyon y Alfort hacia 1761 y 1762 respectivamente, primeras escuelas superiores de Veterinaria en el mundo.

 

 

 

En esta monumental obra enciclopédica, Bolívar se encontró además con los trabajos acerca del estudio y cuidado del caballo de Philippe-Etienne La Fosse, los de herraje y equitación de Marc-Antoine Eidous o los referidos al arte militar escritos por Guillaume Le Blond, Charles-Louis d' Authville des Amourettes, Jean Luton Durival y Louis-Elisabeth de la Vergne conde de Tressan23, quienes desarrollan el tema de la caballería y el uso estratégico de animales en la guerra.

 

 

 

Existen, además, indicios suficientes que permiten establecer que Bolívar conoció y manejó los textos militares del Conde de Guibert y de Mauricio de Sajonia. Este último había reunido sus ideas en el libro Mes réveries, publicado en 1757, que llegaría a ser un clásico de la literatura militar, y que recopila sus observaciones y experiencias sobre la manera de formar tropas, su equipaje, conducta, pago, ejercicio, formación para el combate, organización de la caballería, cuidado de los caballos, maniobras, la artillería, la disciplina militar, la defensa y el ataque, las fortalezas, la guerra de montañas, el paso de río, el espionaje y el sistema de combate de griegos y romanos. La obra de Guibert alcanzó tal fama, que se convirtió en manual indispensable para todo militar de cierto rango24.

 

 

 

Mención aparte merece otro libro preciado en la biblioteca de Bolívar, un ejemplar de De l'Art Militaire en général del italiano Raimondo Conde de Montecuccoli25, que había pertenecido a Napoleón Bonaparte, fue adquirido a su muerte por Sir Robert Wilson, quien la obsequió en 1924 al Libertador y que a su vez fue donada testamentariamente por Bolívar a la Universidad de Caracas26. Montecuccoli fue un destacado conductor de tropas, diplomático e intelectual europeo en el siglo XVII y es considerado un genio, estratega y teórico militar, particularmente en el arma de la caballería. Algunos autores, como Fernando Falcón y Manuel Pérez Vila, señalan que identifican claramente la influencia de este estratega italiano en el accionar militar de Bolívar27 y especulan sobre si el Libertador conocía ya la obra de Montecuculli al recibir el obsequio de Wilson28.

 

 

 

Por otro lado, siendo Bolívar amante de los caballos y habiendo leído a Claude Bourgelat en la Enciclopedia, debió haber sucumbido, aunque aun no hay indicios para comprobarlo, a la tentación de visitar la École Vétérinaire cuando estuvo varios días con su maestro en Lyon en 1804, antes de seguir a pie la ruta rosseauniana de El Emilio desde Paris hacia Chambery, Torino y finalmente Nápoles. Además, tal visita se hubiese justificado si recordamos que Bolívar en esa oportunidad también estaba buscando plazas de estudios para sus sobrinos, los hijos de su hermana Marian Antonia Bolívar con su primo Pablo Clemente y Palacios, los cuales fueron enviados finalmente a estudiar en la École Militaire de Sorèze entre 1804-1806, un famoso establecimiento educativo de elites que funcionaba a modo de liceo militar con influencias bourgelatianas que visitó propio Bolívar ese mismo año de 1804.

 

 

 

Es más, para algunos historiadores el propio Bolívar habría estado interno en la École de Sorèze una temporada fugaz en su primera estancia en Francia hacia 180029, en la que se supone adquirió cierta formación militar que después sería básica para sus labores, tan determinante que eligió esta academia para el estudio de sus sobrinos y en extrema retribución a su presencia y a la confianza depositada en el establecimiento se llegó hasta haberse colocado en dicha escuela un busto suyo30. No obstante, aun no se presentan pruebas al respecto.

 

 

 

Otra influencia importante en Simón Bolívar de la que se puede especular, es la derivada de su relación cercana de amistad y jerarquía militar con su compatriota Sebastián Francisco de Miranda, conocido como El Precursor y El Venezolano más Universal, quien, tras su actuación como militar y estudioso en Estados Unidos, Europa y Asia, vino a Venezuela a promocionar un proceso de emancipación plasmada en su proyecto de una patria grande de naciones independientes de España, bautizado Colombeia. Miranda al inicio de las acciones de la sublevación venezolana ayudó a la regularización de un ejército en el país y, muy seguramente, a la difusión de las ideas sobre del uso militar de los ganados y la caballería, dado que había leído los clásicos del Ars Militaire y comandado tropas en varias batallas en Francia en el siglo XVIII, como la de Valmy, donde tuvo subordinados oficiales veterinarios formados en las afamadas Écoles Vétérinaires de Lyon y Alfort, dado que cada uno de los 12 regimientos de caballería de la división a su mando, como Teniente General del ejército francés, tenía una dotación de dos plazas de Artistes Vètèrinaires como eran denominados en la época, sin contar los que habría en las decenas de compañías de caballería de los 13 batallones de voluntarios que también componían su división.

 

 

 

Los animales en las decisiones tácticas y estratégicas del Libertador

 

 

 

La conducta militar de Bolívar durante el conflicto de la emancipación fue reflejo no solamente de su formación técnica, sino de la experiencia que había adquirido progresivamente. Le interesaba, y se ocupaba de, la forma como debían ir los hombres con sus mulas y caballos, los alimentos disponibles, la preparación de herraduras y clavos, el cuidado de los animales, manejo de botiquines con medicinas o la administración del dinero. Era una organización precisa de comisariatos logísticos para proveer a las tropas de todo lo necesario 31.

 

 

 

En este sentido destaca, entre muchas otras, la decisión de incorporación legionarios extranjeros a las filas del ejército patriota comandado por Simón Bolívar, a partir de marzo de 1818 con la llegada de la primera expedición formal de combatientes, formada gracias a las gestiones de López Méndez en Londres, en un conjunto de cinco bergantines y fragatas, cinco cuadros de oficiales para formar otros tantos regimientos y 800 hombres de desembarco, más un cargamento de pertrechos, armas y municiones 32.

 

 

 

La mayoría de estos expedicionarios fueron ingleses, escoceses e irlandeses, pero posteriormente se sumaron unos pocos hannoverianos e italianos; algunos de ellos eran específicamente oficiales veterinarios, herradores o mariscales herradores33, pero muchos de ellos conocían del trato a los animales debido a que eran veteranos de las guerras napoleónicas o eran miembros de las elites intelectuales y nobles de sus países de origen, que poseían explotaciones animales o estaban formados en academias y colegios regidos por los conceptos estratégicos sobre el uso y cuidado del caballo impuestos en Europa por philosophes ilustrados como Bourgelat. Los legionarios indudablemente ayudaron en el cometido de elevar el nivel de organización militar de las filas patriotas, en especial la caballería, y también colaboraron efectivamente con el conocimiento sobre atención y sanidad animal.

 

 

 

Pero además, al revisar la gran cantidad de documentos de los archivos y recopilaciones de papeles del Libertador34, se pueden evidenciar claramente como Bolívar, ya sea directamente o a través de sus secretarios, amanuenses o edecanes, durante sus dos décadas de vida militar emite órdenes, instrucciones o recomendaciones sobre las acciones que requiere para lograr, aprestar y atender los animales necesarios para las acciones de guerra. A continuación veremos algunos de ellos:

 

 

 

Requerimientos de animales y sus productos

 

 

 

El Libertador Simón Bolívar, como se observa en sus documentos de los cuales mostraremos ejemplos, se ocupaba frecuentemente del aprovisionamiento de sus fuerzas militares con los animales de diversas especies, así como con sus productos y subproductos, necesarios para mantener la logística y su apresto operativo.

 

 

 

Bolívar en el Cuartel General de Casacoima, el 21 de julio de 1817, instruye al General de Brigada Carlos Soublette disponer a su criterio para el servicio del ejército 300 yeguas, 300 caballos y 50 mulas mansas enjalmadas remitidas por el Comisionado General de la Misiones de Guayana, así como para que se extraiga y conserve todo el sebo35 que tenga el ganado que se consuma36.

 

 

 

El 20 de septiembre de 1817, ordena el Libertador al comandante de la Misión de San Miguel del Palmar37 reciba a su edecán, el británico Pedro Manuel Kent, y a un ciudadano extranjero que le acompañaba para ver el ganado que había en ese pueblo38. Esto da índicos ciertos de que Bolívar echaba mano de sus aliados extranjeros más experimentados para la evaluación de los animales que utilizaba, ya fuera apara la comercialización o su uso en la guerra.

 

 

 

Para acometer la campaña de Apure, Bolívar desde su cuartel en Angostura en 1818, encarga al Coronel Jacinto Lara, un caroreño reconocido comerciante de ganados, permanecer en las vecindades de los pueblos de vocación pecuaria39 de la Misión de San Miguel del Palmar y de la Misión de Santa Ana de Puga, cercanos a Upata en Guayana, para proveerse de ganado y procurar su beneficio y salazón40. El propio Libertador califica a la salazón de carne como interesantísima e indispensable para las acciones militares y ordena se prepare y acopie toda la posible41. Esta carne salada era destinada no solo a las tropas terrestres sino también a las embarcadas en los buques de la escuadra de alta mar por lo que se requería en grandes cantidades que podrán llegar a las 4000 Arrobas42, unos 46000 Kilogramos43, los cuales calculamos provendrían de unas 650 reses aproximadamente44.

 

 

 

Ya en la Campaña del Sur desarrollada en los escenarios andinos agrestes y muy limitados, el uso de la caballería cobra aún mas fuerza. En las órdenes del 12 de febrero de 1824 al General José De La Mar45, Bolívar describe la dotación de animales de sus cuerpos de infantería, lo que sumado a los requerimientos de la caballería, nos dará una idea de las necesidades de mulas y caballos que tenía la guerra. El Libertador indica que el ejército habilitará a sus cuerpos de infantería con una mula de silla para cada oficial, dos mulas de carga cada compañía, una para los útiles y otra las maletas de los oficiales, y además dos mulas de carga para el servicio de los jefes. Estos animales resultaban de las colectas de mulas y caballos que el ejército hacía en las provincias y cuyo excedente, luego del tomar las necesarias para cumplir estas instrucciones, debían ser enviadas al Cuartel General del Estado Mayor para disponer de ellas, según fuera la voluntad expresa del mismísimo Libertador.

 

 

 

En Trujillo, Perú, el 8 de marzo de 1824, el Libertador, deseando acopiar todos los elementos necesarios para abrir campaña, ordena  al coronel Manuel Torres Valdivia, comandante general de la Provincia de Lambayeque, recoger quinientos buenos caballos y quinientas mulas en toda esa Provincia y ponerlas en potreros seguros, bajo la responsabilidad de hombres honrados, de inteligencia y propios para el cuidado de las bestias; para luego remitírselas46.

 

 

 

Herreros, Herradores y Herraduras

 

 

 

Tales animales usados para la monta y el transporte, requerían de una atención especial sobre todo en lo atinente a las patas y los cascos; era por ello que Bolívar prestaba particular cuidado en cubrir las necesidades de herraduras, clavos y el personal que se ocupaba de su instalación.

 

 

 

Debemos recordar que para la época de la independencia de las colonias hispánicas en América existían en el mundo fundamentalmente tres tipos de personajes que atendían las enfermedades de los animales: Los antiguos Herradores, Albéitares y Mariscales, los cuales estaban en ese momento siendo paulatina, pero lentamente, sustituidos por los Médicos Veterinarios. En el contexto hispanoamericano solo los dos primeros tuvieron presencia; no obstante, tan pobre fue su presencia que era común que los herreros con frecuencia atendieran a los animales más allá de la mera elaboración metalúrgica de las herraduras y clavos. Es así como se observa el uso indistinto de las denominaciones herradores o herreros para referirse al personal de atención de los animales.

 

 

 

Bolívar siempre tuvo presente la necesidad de contar con buenos herradores y buen material de herraje para sus cabalgaduras, Así en repetidas oportunidades ordena su reclutamiento, a gusto o por la fuerza, de manera de asegurarse esta mano de obra especializada, y por demás estratégica. Así por ejemplo, en el Cuartel General de Casacoima, el 21 de julio de 1817, ordena al General de Brigada Carlos Soublette libere órdenes para perseguir herreros desertores y se los remitan a ese cuartel en el momento que los aprehendan47. Luego en Angostura el 15 de septiembre de 1817, ordena reclutar a todos los herreros indios y españoles y que haya en las misiones de Guayana y remitírselos a la brevedad a cargo de un oficial con una escolta para que no deserten48.

 

 

 

De hecho podemos ver, por ejemplo, cuál era la importancia, así como el déficit, de los encargados de atender los animales en la tropa del Libertador en la orden de mayo de 1820 en la cual dispuso que al maestro armero y herrador, Eduardo Agar, se le abonara mensualmente paga de Subteniente49 cuando era habitual en la organización castrense que este tipo de personal fuera suboficial, reservando los rangos de oficial a los Médicos Veterinarios graduados, tal y como se pudo ver en las unidades de la legión extranjera de Bolívar.

 

 

 

  Posteriormente, cuando pasa a Nueva Granada y emprende la campaña del sur donde las condiciones agrestes del paisaje forzaban al uso de herraduras para proteger los cascos de los animales y las condiciones ambientales limitaban su performance o su vida útil, este tema comenzó a obsesionar al Libertador, a quien la falta de herraduras para la caballería lo inquietaba enormemente.   En esa época aconsejaba al General Antonio José de Sucre cuidarse de afectar a las cabalgaduras en sus patas sin herraduras, o con piezas defectuosas, con los pisos rudos y no dar ningún combate general, como no fuera en alguna llanura de la costa, después de recibidos los refuerzos de Colombia50.

 

 

 

En una orden fechada en Popayán, el 28 enero de 1822, ordena al Intendente del Cauca remitiese a este Cuartel General todos los juegos de herraduras con sus clavos y cinco herradores que deben venir custodiados para que no se deserten51. De hecho, el tema de la recluta, agrupamiento y particularmente la custodia de los herradores se hace reiterativo; así vemos que el 11 de julio de 1823, el Libertador le solicita al Coronel Tomás Heres algunos herradores que se necesitan en el Cuartel General de Guayabamba en Ecuador, y pide se les manden custodiados y bien asegurados por una pequeña escolta52.

 

 

 

En oficio del 20 de Octubre de 1823, el Libertador recomienda a uno de sus comandantes de artillería en el Perú el uso de hierro vizcaíno para la elaboración de herraduras y sus clavos53. Además en una decisión, que estimamos se deba a la intención de asegurarse una atención animal optima y por personal verdaderamente capacitado, solicita, so pena de sanción correctiva, que ningún oficial o personero del ejercito se entrometa en los asuntos propios de los herradores54.

 

 

 

En la campaña de Perú hacia finales de 1823, Bolívar persiste en recalcar la necesidad de miles de herraduras y la recluta masiva de herradores, que debían ser llevados a su centro de operaciones en Trujillo, Perú, dado que contaba con muy buenos caballos, pero con falta de herraduras lo que les hacían tener débiles las patas55. Posteriormente, insiste en un despacho firmado en Pativilca el 14 de enero de 1824, en el cual manifiesta al General Bartolomé Salóm su preocupación sobre la falta de herraduras y mariscales en los cuerpos de caballería de Huanchaco, en Perú56.

 

 

 

En Trujillo, Perú, el 8 de marzo de 1824, el Libertador ordena recoger todos los maestros armeros y herradores que hubiese en la Provincia que pueden destinarse a maestranzas y talleres para construir equipos para el ejército57. La reubicación de personal es otra medida adoptada por Bolívar, como lo vemos en el despacho emitido en Pativilca, el 9 de febrero de 1824, en que ordena al General Jacinto Lara y al Coronel Luis Urdaneta, destinen, en sus mismas clases, y envíen de inmediato al Escuadrón de Granaderos los herradores de los Batallones Vencedor, Bogóla, Pichincha y otros cuerpos incluyendo al asistente del Coronel Leal58.

 

 

 

El 9 de marzo de 1824, el Libertador envía 400 ó 500 juegos completos de herraduras al regimiento al mando del Coronel José Laurencio Silva y dispone que a la mayor brevedad posible haga herrar sus caballos que ha de montar. Igualmente le ordena haga adiestrar algunos individuos de su regimiento en herrar bestias para que puedan emplearse cuando no haya mariscales59. No obstante, parece que ante la eventualidad de que el material enviado estaba en mal estado le ordena en oficio del 12 de marzo de 1824 al coronel Silva recoger todo el hierro de Viscaya60 que pueda, incluido el de las herramientas de las haciendas, para hacer nuevos clavos y arreglar las herraduras. Además ordena reclutar a todos los herreros de la provincia y reitera el entrenar a algunos otros de manera de acometer la tarea y herrar a todos los caballos de su regimiento rápidamente61.

 

 

 

En despacho de abril de 182462, reitera el Libertador su preocupación por los clavos y herraduras; ya que a su parecer, los clavos de mala calidad, elegidos y comprados, habían ocasionado la pérdida de herraduras, caballos, y hasta soldados, provocando la derrota y destrucción del cuerpo de caballería patriota en los suelos ásperos de las zonas de Cajabamba y Trujillo. Asimismo instruye al Coronel Heres para que, por un lado, revise el material de los clavos para herraduras y se asegure, a través de los mejores herreros, que se está usando hierro dulce de Vizcaya y que mande todo lo que pueda de éste a Trujillo y Huamachuco; y por el otro que consiga hierro de Suecia y lo mande a Cajamarca para realizar un modelo especial de herraduras sin clavos. El libertador termina su carta expresando su, muy fundado, temor de enfrentarse al enemigo sin caballería. Al parecer este proceso de fabricación culminó satisfactoriamente ya que en junio de 1824 Bolívar comisiona al General Jacinto Lara a entregarle al General De La Mar los clavos y herraduras que necesite, no solamente para herrar las cuatro patas de sus caballos, sino para llevar de repuesto durante la campaña63.

 

 

 

Paulatinamente el Libertador va perfeccionando la atención de los animales de guerra. Así  en febrero de 1825, decreta en Lima el Reglamento Orgánico de su Ejército en Perú en el cual contempla que los regimientos de caballería tengan las plazas de Herrero, Mariscal y Herradores entre los componentes de la plana mayor64. Siendo este Mariscal el suboficial jefe de los herradores y el encargado de  salud de los animales. En este mismo sentido, ordena en un decreto, del 8 de marzo siguiente, que las brigadas de artillería también cuenten en su plana mayor con plazas de Mariscal y Herrador para atender a su compañía de caballería65. Tal estructura ya tenía antecedentes en la organización militar patriota, ya que en 1818 cuando se organizaron los regimientos de la legión extranjera de Bolívar, en ellos se contemplaban Oficiales Médicos Veterinarios, Sargentos Maestros de Equitación, Sargentos Mayores Herradores y Herradores.

 

 

 

Cuidado de los animales

 

 

 

El Libertador también hizo gala de conocimientos y destrezas acerca del cuidado y manejo de los animales, en cuanto a alimentación, reposo, formas de traslado y  entrenamiento de tropas, de manera de garantizar su bienestar y por tanto su desempeño.

 

 

 

En marzo de 1821 ordena desde Achaguas al general Manuel Sedeño reunir y trasladar al potrero de El Totumo en Apure cuatro mil reses, mil caballos mansos buenos y en el mejor estado de servicio, así como quinientos hombres. De igual forma instruye que el ganado sea grande y gordo y que se traslade por partidas pequeñas, cómodas para arrear, cuidando de que las reses que lleguen a destino sean útiles y capaces de servir para continuar la marcha. También le ordena dirigir los animales y la tropa por el camino más recto a El Totumo, que tenga agua y pasto, así como poner a descansar la caballada, el ganado y también la tropa en su destino mientras espera más órdenes66.

 

 

 

El 12 de marzo de 1824, Bolívar  le recomienda al coronel José Laurencio Silva tener mejor cuidado en la disciplina y la instrucción de los soldados de manera de evitar el desorden que ha provocado quejas en la conservación de la caballada y para mejorar los movimientos y maniobras del cuerpo67.

 

 

 

El 19 de abril de 1824, Bolívar, estando en Santiago, Perú, despacha órdenes68 al Coronel Tomás de Heres de recoger todas las mulas y caballos que puedan en Lambayeque y Piura, y las traslade a Santa donde 60 hombres de caballería y algunos oficiales darían descanso y cuidado a dichas bestias por un mes, poniendo atención de regar los pastos; también les encarga enviárselas luego en marcha muy lenta para que las bestias no se maten, como había sucedido hasta ese momento, recomendando tomar la mejor y más corta ruta que era la de Galindo, Platanar y Otuzco.

 

 

 

En un oficio despachado el 14 de junio de 1824 autoriza al general José De La Mar en Perú comprar, donde no haya pasto, cebada o maíz, sea en rama o grano, a fin de que su caballería esté bien alimentada y pueda llegar al campo de batalla sin contratiempos69.

 

 

 

Aparte de la recolección de ganados para abastecer las unidades militares, existen pruebas de que Bolívar también estaba muy pendiente de la buena alimentación de esos animales con pastos convencionales y hasta con otro tipo de forrajes, lo que indica lo preparado que estaba el Libertador en cuanto a la ganadería pero también el conocimiento que adquiría del contexto geográfico donde desarrollaba sus operaciones. Vemos entonces como el julio de 1824 se emite por orden suya un despacho70, en Huariaca, Perú, en el cual dispone reunir un buen contingente de ganado y de paja, champas71 secas, alfalfa y pancu72.

 

 

 

Solo días después,  reitera la necesidad de forrajes para las bestias de la caballería y dispone hacer uso de la hoja y caña de maíz seca, de los rastrojales y de la yerba que tienen éstos la cual, advierte, es muy buena para las bestias y que la comen bien, de la caña del trigo seco que es también muy buen pasto y de los alfalfares. También recomienda que las bestias no pasen de un lugar a otro sin antes consumir totalmente el forraje y que se haga gran economía al respecto para que nunca falten pastos73.

 

 

 

Consideraciones finales

 

 

 

  Como hemos visto en los ejemplos de la documentación que revisamos en este trabajo, la información sobre los animales, su atención y su uso durante la guerra de independencia en las colonias hispanoamericanas, particularmente en aquellas en donde el Libertador Simón Bolívar tuvo responsabilidades, es abundante y da pie para abrir y desarrollar toda una línea de investigación al respecto. En Venezuela, la sustentabilidad operativa de tal investigación está en la rica veta de información que constituyen los voluminosos archivos74 de acceso libre que están bien organizados y resultan muy amigables al usuario; hechos que no dudamos tengan paralelo en otros países en el continente, lo que permitiría ampliar el espectro y contexto investigativo, buscando coincidencias y contrastes,

 

 

 

Los resultados de una investigación de este tipo ayudan a la mejor comprensión del papel que efectivamente jugaron los animales y el personal encargado de su cuidado en la emancipación, y de forma específica en su sustento logístico y económico, así como en la posterior construcción de las nuevas republicas y su reacomodo social, tal y como lo ha planteado Acosta Saignes75, entre otros investigadores; una faceta que, ciertamente, ha sido abordada solo de soslayo, dejando vacios importantes en la historia. Pero aun más allá, harán aportes a la historia de la ganadería y la medicina veterinaria, cuyo movimiento historiográfico mundial es muy activo y en el cual América Latina tiene mucho que contribuir. Y finalmente, permiten ampliar el entendimiento del ambiente, y la sociedad, así como de las intrincadas relaciones entre los animales, humanos y no humanos, que estos espacios se desarrollan, ayudándonos a comprender qué y cómo somos, y eventualmente hacia dónde vamos, o mejor aun hacia dónde debiéramos ir.

 

 

 

FUENTES CONSULTADAS

 

 

 

Documentales

 

 

 

LIBRO DE ÓRDENES GENERALES, 1819. En: Diarios de Campaña, Libro de Órdenes, y Reglamentos Militares 1818-1834. Edición de la Fundación para la Conmemoración del Bicentenario del Natalicio y el Sesquicentenario de la Muerte del General Francisco de Paula Santander. Biblioteca de la Presidencia de la República. Bogotá, 1988.

 

 

 

DOCUMENTOS DE 1825. En: Colección de Leyes, Decretos y Órdenes Publicadas en el Perú desde su Independencia en 1821 hasta el año 1830. Tomo 2. Lima (Perú). Imprenta de José Masias. 1832.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 1912. Comunicación de Bolívar al General Carlos Soublette fechada en Casacoima, el 21 de julio de 1817, con minuciosas instrucciones relativas al personal del ejército y a bastimentos y armamento.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 1976. Orden de Simón Bolívar probablemente dirigida al Comisionado General de las Misiones, fechada en Angostura el 15 de setiembre de 1817, por la que dispone el envío de Herreros a la plaza de Angostura.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 2022. Comunicación de Bolívar al Comandante de San Miguel, fechada en Angostura el 20 de setiembre de 1817, por la que le previene la visita de un extran­jero para examinar el ganado.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 2198. Comunicación del Libertador Simón Bolívar al General Rafael Urdaneta fechada en Angostura el 15 de octubre de 1817, por la que aprueba algunos nombramientos y le insta a que siga preparando salazón de carne.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 3113. Oficio de Bolívar para el General de División Manuel Sedeño, fechado en Angostura el 2 de agosto de 1818 en el que le trata el problema de la  falta de carne y le comunica las acciones que ha tomado para remediar el mal.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 4611. Oficio de Pedro Briceño Méndez para el Comandante General del Ejército, fechado en Rosario el 3 de julio de 1820, en el cual le participa el Decreto del Libertador para que reciba sueldo de Subteniente cierto Armero-Herrador.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 7632. Oficio de Demarquet para Heres, fechado en Guayabamba el 11 de julio de 1823, en el cual, de orden de Bolívar, le comunica la situación de las armas patriotas con respecto a los facciosos de pasto que se acercan.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 5450. Oficio de Pedro Briceño Méndez para el General de División Manuel Sedeño, fechado en Achaguas el 25 de marzo de 1821, por el cual le trasmite las ordenes del Libertador relativas a la recolección de ganado para la campaña. Traer mil caballos mansos en pelo. Debe llegar al potrero del Totumo el 20 de abril con mil caballos, cuatro mil reses y quinientos hombres. El Coronel Leonardo Infante debe ir a Bogotá a las órdenes del Vicepresidente de Cundinamarca.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 8040. Oficio de José Gabriel Pérez para el Comandante de Artillería fechado en Lima el 20 de Octubre de 1823, en el cual, de orden de Bolívar, se refiere a efectos de herrería para los caballos.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 8302. Carta de Bolívar para Heres, fechada en Cajamarga el 14 de diciembre de 1823, en la cual le avisa recibo de una carta suya, le incluye copia de una anterior para el Ministro de Guerra, y pasa a impartirle instrucciones relacionadas con la campaña y notificándole de la falta de recursos que confronta el ejército. al final le pide ofrecerle sus cumplidos al General La Mar, a quien manifiesta apreciar en alto grado.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 8556. Oficio de José D. Espinar al Coronel Ignacio Torres, fechado en Pativilca el 14 de enero de 1824, en que transcribe las instrucciones dadas por el Libertador a Salom y al Intendente de Guayaquil, sobre reclutas y otros asuntos.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 8816. Oficio de C. M. De Ortega al General Lara y al Coronel Urdaneta, fechado en Pativilca el 9 de febrero de 1824, les ordena, de parte del Libertador, la remisión de Herradores al Escuadrón de Granaderos.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 8884. Oficio de C.M. de Ortega al General José De La Mar, fechado en Pativilca el 12 de febrero de 1824, le ordena, de parte del Libertador, reclutar 5.000 hombres, establecer una maestranza en Cajamarca, colectar mulas y caballos, reorganizar cuerpos y arbitrar auxilios.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9031. Oficio de José Gabriel Pérez para el Coronel Manuel Torres Valdivia, fechado en Trujillo el 8 de marzo de 1824, con el nombramiento que el Libertador le hace, de Comandante General de Lambayeque. Le da instrucciones para imponer una contribución en dinero, y recoger provisiones y artesanos de diversos oficios.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9047. Oficio de José Gabriel Pérez para el Coronel Silva, fechado en Trujillo el 9 de Marzo de 1824. Le indica que, por órdenes del Libertador, debe herrar las bestias y enviar hierro a la mayor brevedad.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9073. Oficio de José Gabriel Pérez para el Coronel José Laurencio Silva, fechado en Trujillo el 12 de marzo de 1824. le da instrucciones sobre la elaboración de herraduras y disposiciones concernientes al pago y comportamiento de la tropa.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9370. Carta de Bolívar para el Coronel Tomás de Heres, fechada en Santiago el 19 de abril de 1824. Se refiere a la movilización de cuerpos militares en Santa y Huaraz. Le da instrucciones sobre el cuidado de bestias y la fabricación de clavos y herraduras.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9531. Oficio de Simón Bolívar para el Señor General José De La Mar, fechado en Huaraz el 14 de Junio de 1824, en la cual le trata aspectos relacionados con movimientos de tropas y provisión de forraje, herraduras y clavos.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9560. Oficio de Tomás de Heres para el Intendente de la Provincia de Pasco, fechado en Huariaca el 6 de julio de 1824, por el cual le comunica la orden del Libertador referente al envió de ganado para la subsistencia de las tropas. de igual manera debe remitir forraje.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9594. Oficio de Tomás de Heres para el Coronel Francis B. O’Connor. fechado en Huánuco el 12 de julio de 1824, para comunicarle de orden del Libertador, que por no haber contado con alfalfares en Huariaca, dispuso el empleo de otro tipo de forraje para la caballería. También dispone el Libertador Las acciones que deben ser tomadas en el caso de que el enemigo haya ocupado la localidad de Cerro de Pasco.

 

 

 

ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 10147. Decreto del Libertador emitido en Lima el 22 de febrero de 1825, por el cual promulga el Reglamento Orgánico para la Infantería y la Caballería del Ejército.

 

 

 

Bibliográficas

 

 

 

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ARCAYA, Pedro Manuel. Sucesos y Movimientos Políticos.  En: GRASES, Pedro (Coordinador). Los 3 Primeros Siglos de Venezuela 1498-1810. Caracas (Venezuela) Fundación Eugenio Mendoza. Editorial Cromotip. 1991. 591 pp.

 

 

 

CÓRDOVA BELLO, Eleazar. Aspectos Históricos de la ganadería en el Oriente Venezolano y Guayana. Caracas (Venezuela), Ediciones Historia, Tipografía REMAR, 1962. 54pp.

 

 

 

DE ARMAS CHITTY, José Antonio. Boves a través de sus Biógrafos. Caracas (Venezuela), Academia Nacional de la Historia, (Colección El Libro Menor # 182), 1982, 161 pp.

 

 

 

FALCÓN, Fernando. El Sentido de un Legado: La Relación entre el Pensamiento Militar de Raimondo Montecuccoli y Simón Bolívar. Anuario de Estudios Bolivarianos. Año XV, número 16, 2009. pp 75-108.

 

 

 

GÓMEZ GARCÍA, Juan Guillermo. La carta de Jamaica: Vigencia y memoria de Bolívar. Bogota (Colombia) Penguin Random House Grupo Editorial. 2015. 259 pp.

 

 

 

IZARD, Miguel. Series Estadísticas para la Historia de Venezuela. Mérida (Venezuela), Universidad de Los Andes, Facultad de Humanidades, 1970.

 

 

 

NESTARES PLEGUEZUELO, María José. El comercio exterior del Oriente Venezolano en el siglo XVIII. Almería (España). Servicio de Publicaciones de la Universidad de Almería. 1996. 155 pp.

 

 

 

PEREZ VILA, Manuel. La Biblioteca del Libertador. Caracas (Venezuela). S.E.1960. 27 pp.

 

 

 

RESTREPO, Olga. Naturalistas, Saber y Sociedad en Colombia. En: QUEVEDO, Emilio (Coordinador). Historia Social de la Ciencia en Colombia. Tomo III Historia Natural y Ciencias Agropecuarias. Bogotá (Colombia). Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología “Francisco José Caldas” COLCIENCIAS. 1993. 459 pp.

 

 

 

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Hemerográficas

 

 

 

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Electrónicas

 

 

 

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POLANCO ALCÁNTARA, Tomás. Simón Bolívar: Un Ensayo de Interpretación Biográfica a través de sus Documentos. s/f. Biblioteca Digital Andina. 702 pp. En: www.comunidadandina.org/bda/docs/VE-CA-0007.pdf. Revisado en Noviembre del 2006.

 

 

 

NOTAS

 

 

 

1. Nos referimos al término Ganadería en su sentido amplio, en el cual se incluye la Ganadería Mayor (Bovina, Equina, Asnal y Mular) y Ganadería Menor (Porcina, Caprina y Ovina), sin perder de vista de que en el contexto venezolano la ganadería con mayor preponderancia ha sido la bovina.

 

 2. ARCAYA, Pedro Manuel. Sucesos y Movimientos Políticos. p 128.

 

 3. ACOSTA SAIGNES, Miguel. BOLIVAR Acción y Utopía del Hombre de las Dificultades. p 52.

 

 4. ACOSTA SAIGNES, Miguel. BOLIVAR Acción y Utopía del Hombre de las Dificultades. p 79.

 

 5. DE ARMAS CHITTY, José Antonio. Boves a través de sus Biógrafos. p 76.

 

 6. IZARD, Miguel. Series Estadísticas para la Historia de Venezuela. p 96.

 

 7. VALLENILLA LANZ, Laureano. Cesarismo Democrático. p 67.

 

 8. DE ARMAS CHITTY, José Antonio. Boves a través de sus Biógrafos. p 78.

 

 9. De acuerdo a NESTARES PLEGUEZUELO, María José. El comercio exterior del Oriente Venezolano en el siglo XVIII. p 73, el precio de la carne en el oriente venezolano, en la primera década del s. XIX, era dos reales la Arroba. Si la arroba suponía 25 Libras, es decir unos 11,5 Kilogramos, (p. 37) estaríamos hablando de una ración de ¼ de Arroba es decir un poco mas de 6 Libras o casi 3 Kilogramos de carne.

 

 10. ACOSTA SAIGNES, Miguel. BOLIVAR Acción y Utopía… p 125.

 

 11. LIBRO DE ORDENES GENERALES, 1819. Orden General del Ejército para el 17 de agosto de 1819.

 

 12. ACOSTA SAIGNES, Miguel. BOLIVAR Acción y Utopía… p 345.

 

 13. Ibid. p 72.

 

 14. CÓRDOVA BELLO, Eleazar. Aspectos Históricos de la ganadería en el Oriente Venezolano y Guayana. p28.

 

 15. Ibid. pp 29-30.

 

 16. RESTREPO, Olga. Naturalistas, Saber y Sociedad en Colombia. p 132.

 

 17. POLANCO ALCÁNTARA, Tomás. Simón Bolívar: Un Ensayo de Interpretación Biográfica a través de sus Documentos. pp 63 y 137.Tradicionalmente se conoce como carbuncos o ántrax a la colección subcutánea y cutánea de furúnculos causada por Staphylococcus aureus, siendo una afección muy dolorosa. El término «ántrax» proviene del latín 'anthrax', y este a su vez, del griego 'νθραξ', que significa carbón; se relaciona ya que esta infección produce heridas o úlceras de un color oscuro.

 

 18. No obstante, actualmente los términos Carbunco, Ántrax o Carbunco Maligno se usan más frecuentemente para denominar una enfermedad contagiosa causada por Bacillus anthracis, dejando para la afección estafilocócica el nombre Furunculosis.

 

 19. Ibid. p 321.

 

 20. Ibid. p 445.

 

 21. Quien alojó al joven caraqueño en su estadía en Madrid  a inicios del siglo XIX y de quien se dice tenía la mejor biblioteca en ese momento en toda España.

 

 22. La Mariscalería u oficio del Mariscal tiene su origen en los contactos de los cruzados francogermánicos con la cultura islámica. Esta voz  proviene del término antiguo normando Menescal que pasó al latín medieval como «marescallus» o «marescalcus» y se encuentra en el occitano antiguo, como «marescal», con el significado de mariscal, herrador, veterinario. El vocablo Menescal se conservó intacto en la zona de Aragón y Cataluña y con él se designaba a los facultativos que tenían por profesión curar las enfermedades de las bestias. Mariscal es el equivalente francogermano del Albéitar, el estudioso y conocedor de la atención de la salud de las bestias y de las artes del herraje, principalmente del caballo, desarrolladas por los árabes tanto en Medio Oriente como en los Califatos moros de la península ibérica durante el medioevo y el renacimiento. El Albéitar debía demostrar su capacidad y era autorizado para su ejercicio, en España, por el Real Tribunal del Protoalbeiterato. En ocasiones era llamado Albéitar-Herrador o simplemente Herrador. Todos estos oficios son antecedentes del profesional Médico Veterinario que aparece formalmente como profesión derivada de la educación superior en 1761 con la fundación de la École Vétérinaire de Lyon por Claude Bourgelat.

 

 23. MORRISSE, Robert. Main Contributors to the Encyclopédie.

 

 24. POLANCO ALCÁNTARA, Tomás. Simón Bolívar: Un Ensayo de Interpretación… p 220.

 

 25. También conocido también como Montecucoli o Montecucculi.

 

 26. PEREZ VILA, Manuel. La Biblioteca del Libertador. p 5.

 

 27. FALCÓN, Fernando. El Sentido de un Legado: La Relación entre el Pensamiento Militar de Raimondo Montecuccoli y Simón Bolívar.

 

 28. PEREZ VILA, Manuel. La Biblioteca del Libertador. p 5.

 

 29. GÓMEZ GARCÍA, Juan Guillermo. La carta de Jamaica: Vigencia y memoria de Bolívar.

 

 30. POLANCO ALCÁNTARA, Tomás. Simón Bolívar: Un Ensayo de Interpretación… p 101.

 

 31. Ibid. p 496.

 

 32. Ibid. p 331.

 

 33. En el arma de caballería de esa época existía el Mariscal Herrador (Maréchal Ferrant, Ferrier o Farrier), que es el término con que se conocían a los Herradores en el ámbito franco-germánico, además del Mariscal de Logis (también Aposentador, Intendente o Fourrier) encargado de los campamentos y la atención de los animales y equipos. Ambos eran suboficiales y no deben confundirse con un Mariscal de Campo, que es un alto rango militar de carácter honorifico.

 

 34. Disponibles en: http://www.archivodellibertador.gob.ve/escritos/inicio.php

 

 35. El sebo o graso es la grasa de cobertura de los animales sobre todo la ubicada en la zona dorsolumbar que se ha usado tradicionalmente para la fabricación de velas y jabones, así como para untar los cueros curtidos con el propósito de ablandarlos y suavizarlos o para lubricar el papel de los cartuchos de munición de fusiles de avancarga.

 

 36. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 1912.

 

 37. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 3113.

 

 38. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 2022.

 

 39. La mayoría de las misiones fundadas en los siglos XVII y XVIII en Guayana por capuchinos catalanes y jesuitas contaban con importantes hatos, obrajes de salazón y queseras. Su valor estratégico fue valorado por Bolívar quien aseguró su control en las operaciones de Guayana a partir de 1817.

 

 40. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 2198.

 

 41. Idem.

 

 42. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 3113.

 

 43. De acuerdo a NESTARES PLEGUEZUELO, María José. El comercio exterior del Oriente Venezolano en el siglo XVIII. p 37,  en esa época la arroba suponía 25 Libras, es decir unos 11,5 Kilogramos.

 

 44. En una reseña periodística de marzo de 1896 se indica que el 28 de marzo de 1896 entraron al Matadero de Ganado de Caracas 141 animales que pesaron 102.534 Libras, por lo que podemos inferir que en esa época un animal en condiciones de sacrifico rondaba los 335 Kilogramos de peso vivo. (EL DIARIO DE CARACAS. Ganado. Caracas (Venezuela). Nº 748 Año II Mes VII. 30 Marzo 1896. p 3.). Con base a estos datos podemos especular que para 1818, en plena guerra y con una gran necesidad de carne, seguramente se sacrificaban animales estresados, de poco desarrollo, en su mayoría juveniles y sometidos a largas caminatas y privaciones de alimentación; por lo que un animal pudiera haber tenido un peso alrededor de 280 Kilogramos. Si calculamos un rendimiento por animal de alrededor de 60% en canal, un 70% de carne en la canal y un 50% de humedad aproximadamente en el salón de carne, estaríamos hablando de unos 70 Kg carne salada/animal.

 

 45. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 8884.

 

 46. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9031.

 

 47. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 1912.

 

 48. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 1976.

 

 49. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 4611.

 

 50. ACOSTA SAIGNES, Miguel. BOLIVAR Acción y Utopía... p 365.

 

 51. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 6589.

 

 52. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 7632.

 

 53. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 8040.

 

 54. Idem.

 

 55. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 8302.

 

 56. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 8556.

 

 57. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9031.

 

 58. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 8816.

 

 59. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9047.

 

 60. La arqueología ha demostrado que en tanto en el País Vasco, particularmente en Vizcaya, como en Suecia desde tiempos remotos se ha trabajado afanosamente con el hierro. Tales manufacturas evolucionaron al punto de haberse desarrollado eventualmente industrias siderúrgicas que llegaron a ser referentes en toda Europa y el resto del mundo, dada la calidad superior y el volumen de oferta de sus productos. Por otro lado, el Hierro de Vizcaya, y eventualmente el de Suecia, suplió de manera importante la falta de este material y su industria en la América colonial en donde era altamente requerido. Era traído generalmente en lingotes, a manera de lastre, en los barcos mercantes españoles y vascos que venían al nuevo continente relativamente vacios para luego retornar a Europa grandemente cargados de productos americanos. Durante el conflicto de emancipación americana, los proveedores europeos suspendieron los envíos a las colonias españolas americanas de hierro por que se estableció una gran escasez de este metal tan necesario para la guerra teniéndose que recurrir al extremo de la fundición de cualquier elemento que lo poseyera, como ventanas, rejas, cerraduras, clavos de construcción o herramientas agrícolas.

 

 61. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9073.

 

 62. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9370.

 

 63. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9531.

 

 64. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 10147.

 

 65. DOCUMENTOS DE 1825. Documento 52.

 

 66. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 5450.

 

 67. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9073.

 

 68. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9370.

 

 69. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9531.

 

 70. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9560.

 

 71. La Champas (Distichia muscoides), también llamada Pako Hembra, es una planta perenne, oriunda de la cordillera andina, entre los 4.000 y 4.500 metros de altitud, donde sirve como forraje a vicuñas, alpacas y ganado vacuno, caballar y mular.

 

 72. Probablemente se refería al Pako Macho (Oxychloe andina) una planta acuática o con raíces dentro de cursos o depósitos naturales y permanentes de agua que tiene uso forrajero. Aunque también pudiera ser el  Payco o Paiku (Chenopodium ambrosioides o Dysphania ambrosioides) herbácea del Perú, conocida en otras regiones de América como paico, hierba sagrada, apazote  y pazote, usada como antihelmíntico, para el dolor de estomago, el timpanismo y la diarrea en la etnomedicina, pero también como forraje.

 

 73. ARCHIVO DEL LIBERTADOR. Documento 9594.

 

 74. Disponibles por ejemplo en websites como http://www.archivodellibertador.gob.ve/escritos/inicio.php o http://libertador.bolivarium.usb.ve/

 

 75. ACOSTA SAIGNES, Miguel. BOLIVAR Acción y Utopía del Hombre de las Dificultades.

 

Depósito Legal: ppi201102LA3870

ISSN: 2244 - 7733

 

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