La Dermatología Veterinaria:

 

Algunas Notas para su Historia de 115 años y mas, su evolución y su prospectiva en Venezuela y en el mundo

 

 

 

Naudy Trujillo Mascia

 

Decanato de Ciencias Veterinarias de la UCLA

 

Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina Veterinaria

 

naudytrujillo@ucla.edu.ve

 

Barquisimeto, Venezuela

 

 

 

 

 

Veterinary Dermatology:

 

Some Notes for its History of 115 years and more, its evolution and its prospective in Venezuela and in the world

 

 

 

 Resumen

 

Este trabajo estudia la evolución, actualidad y prospectiva de la dermatología veterinaria como especialidad clínica en auge y expansión en nuestro días que tiene raíces profundas en la historia y un denso proceso de desarrollo y consolidación. Para muchos aun en construcción, Se analiza desde una perspectiva global sin desatender su génesis en Venezuela; pero también desde una visión integrada en la cual no puede separarse de la dermatología humana ya para ambas hay una vida paralela que en ocasiones ha avanzado por un sendero común, lo que supone además un futuro correlacionado que, por naturaleza, se ajusta de forma automática a los preceptos de los paradigmas del One Health y One Medicine, propuestos como hojas de ruta del futuro de las disciplinas biomédicas.

 

Palabras Clave: Dermatología Veterinaria, Historia, Biomedicina, One Health

 


 

Abstract

 

This work studies evolution, current state and prospective of veterinary dermatology as a clinic specialty in boom and expansion in our days that has deep roots in history and a dense process of development and consolidation, for many experts still under construction. Its analyzed from a global perspective without neglecting its genesis in Venezuela; but also from a integrated vision in which cannot be separated from human dermatology because for both areas there is a parallel life that has sometimes progressed along a common path, which supposes also a future correlated that, by nature, is automatically adjusted to the precepts of the One Health and One Medicine paradigms proposed as road maps of the future of biomedical disciplines.

 

Key Words: Veterinary Dermatology, History, Biomedicine, One Health

 

 

 

 

 

A Manera de Introducción

 

Muchos profesionales catalogan a la especialidad médica del estudio del estado, la salud y el tratamiento de la piel, la Dermatología, como una de las más complicadas de atender

 

“…en las actuaciones clínicas diarias debido a que, en primer lugar recibe una gran casuística debido a que la piel es el único órgano que “se ve” [Además de ser el más grande], lo cual cualquier alteración será evidente y motivo de preocupación, por lo que supone la mayoría de la casuística en los centros clínicos (...) En segundo lugar tiene una gran complejidad respecto a las enfermedades porque muchas veces “no es lo que parece” y porque muchas se manifiestan clínicamente igual.” (Almela, 2014; Prefacio)

 

 

 

Además, la dermatología está muy relacionada con la medicina interna, ya que muchas patologías de la piel están relacionadas con enfermedades infecciosas, parasitarias, autoinmunes, tumorales, o endocrinas. Es justamente por esta razón que por mucho tiempo la dermatología veterinaria ha estado siendo atendida por los médicos veterinarios llamados generales o aquellos con inclinaciones a la medicina interna; sin embargo, hoy es evidentemente un campo con un patrón creciente en cuanto a docencia, investigación y desarrollo, en el cual se preparan e incursionan numerosos profesionales dado que las enfermedades relacionadas con la piel constituyen uno de los principales, si no el mayor, motivos de consulta.

 

 

 

Evidentemente que esta situación deriva necesariamente de la estrecha convivencia de pequeñas especies o mascotas con los humanos en permanente contacto y la aparición de la cultura de la tenencia de animales dentro de la casa que ha ido creciendo progresivamente desde la segunda mitad del siglo XX expandiéndose desde los países de mayor desarrollo hasta los países menos privilegiados económicamente. La cercanía del contacto del hombre con animales en el interior de sus residencias mejoró la observación de alteraciones en su piel y por otro lado también propició la presencia de parásitos que en ocasiones terminaban por afectar a todos miembros de la familia sin importar las especies. La búsqueda de soluciones específicas a problemas cada vez más complejos y de difícil atención, condujo a los propietarios a exigir atención dedicada y especializada (Rodríguez, 2017).

 

 

 

En cuanto al caso de los grandes animales, de trabajo, deporte o de producción, existe además un cierto componente económico en las lesiones y enfermedades de piel; ya que éstas pueden afectar la estética de los animales o su condición general de salud, convertirse en focos importante de enfermedades zoonóticas y finalmente disminuir el valor de las pieles.

 

 

 

Como estos procesos sociales que mencionamos han evolucionado a través del tiempo, para su entendimiento es menester aplicar análisis histórico. Sin embargo, en general la historiografía en las ciencias biomédicas es un proceso complicado dado que las fronteras entre las áreas que las conforman son muy etéreas. En tal sentido, se puede afirmar que, al igual que como pasa con la Medicina Humana y la Medicina Veterinaria así como en la mayoría de sus sub-disciplinas, la dermatología en ambos ámbitos tiene una evolución paralela que en ocasiones ha avanzado por un sendero común lo que además ha permitido su interrelación, complementación y sinergia. Es precisamente por esta razón que resulta verdaderamente difícil poder establecer una historia en la cual analicemos la dermatología de los humanos y la del resto de los animales por separado porque es muy probable que quien haya atendido a lo largo del tiempo las enfermedades de la piel habrá sucumbido ante la curiosidad de saber si la afecciones de una especie podrían también presentarse en las otras, lo que a la postre se evidenciará con el descubrimiento de las enfermedades comunes y las zoonóticas.

 

 

 

Antecedentes de la Medicina de la Piel

 

La preocupación por la piel es antigua, sabemos que en papiros de Egipto de alrededor del año 2130 a.C., o en tablillas de Mesopotamia, escritos védicos de la India, rollos de papel Xuan de la China, así como en textos bíblicos del viejo testamento y en los de la Grecia clásica se mencionan algunas de sus enfermedades. No obstante, la visión prevalente era tener las afecciones cutáneas simplemente como manifestaciones de enfermedades internas.

 

 

 

Tal preocupación de la que hablamos no se circunscribía a la piel humana sino a la de todas las especies animales, humanos incluidos, por lo que en sus inicios el estudio de la piel, que devendrá en el siglo XX en la dermatología propiamente dicha, es de índole comparado. Así,

 

“Probablemente la primera referencia a la dermatología comparativa esté en la Biblia en Éxodo9: 9-11, en el cual Moisés registra un evento en el que observa furúnculos rompiéndose en llagas tanto en hombres como bestias.” (Rosser y Ongley, 1994)

 

 

 

Pero es justamente en el período grecorromano de explosión intelectual filosófica protocientífica en donde a este tipo de entes patológicos comienza a buscársele explicaciones racionales más allá del origen místico y religioso. Los griegos Hipócrates, Aristóteles, Catón y posteriormente los romanos Virgilio, Columela, Gracio Falisco, Plinio, Galeno, Celso, Vegecio o Paladio, así como el bizantino Pablo de Egina (Levell, 2016; 62) describen en su momento enfermedades dermatológicas y proponen algunos tratamientos, en humanos y otros animales.

 

 

 

Ya en el Medioevo, el persa Razes o ibn Zakariya alRazi (865925) fue el primero en estudiar la viruela y el sarampión y sus manifestaciones exantemáticas febriles (Levell, 2016; 63). Su paisano Avicena o Ibn Sina (980-1037) describe las elefantiasis; y en el ámbito de los califatos moros en España, Avenzoar  o Ibn Zuhr (1073-1162) describe el ácaro de la sarna (Brufau, 2009; s/p) y Al Awan o Ibn Al Awwan (sevillano del siglo XII) escribe en su tratado sobre enfermedades de los animales sobre las costras del caballo que afectan la crin y la cola y que probablemente evocan la sarna psoroptica. Asimismo,  Gaston Phebus o Gastón III de Foix-Bearne (1331-1391) en su Libro de Caza, publicado en 1388, se acercó a las enfermedades de la piel de los perros, incluidas las infecciones del oído (Guaguère, 2008; 314).

 

 

 

El Renacimiento supone una recuperación de las doctrinas clásicas y un progresivo distanciamiento de la medicina árabe (Brufau, 2009; s/p) y además es la época de la invención de la imprenta de caracteres móviles de Gutenberg que permite la difusión y el intercambio de conocimientos científicos , apareciendo por ejemplo las primeras ilustraciones de una dermatosis en un libro de Josef Grünpeck (1473-1532) de 1496; en tal contexto figuran además una serie de epidemias con afecciones cutáneas, como la de enfermedad eruptiva en humanos y ovinos al sureste de Francia en 1411, posiblemente Viruela Ovina, o un brote en el ganado de lo que parece fue fiebre aftosa en el norte de Italia, en Francia e en Inglaterra hacia 1554 (Guaguère, 2008; 314) y 1572 se publicó el que se considera es el primer libro de texto sobre dermatología titulado De morbis cutaneis (Sobre las enfermedades de la piel) de Girolamo Mercuriale (1530-1606), médico y filosofo italiano (Levell, 2016; 64).

 

 

 

El siglo XIV en Europa se caracteriza por grandes guerras y enfermedades como viruela, fiebre aftosa, gripe. sarna, sarpullidos, piojos y pulgas, peste, o lepra, que llegan a aquejar la piel de humanos así como del resto de animales domésticos, pero que afortunadamente también forzan a los estudios, ensayos empíricos y escritos sobre sus orígenes y tratamientos que van enriqueciendo la medicina de la piel. (Guaguère, 2008; 315).

 

 

 

En el siglo XVIII aumenta el progreso médico a través del desarrollo de la investigación en anatomía, patología, fisiología, en la observación clínica y en la determinación de signos y síntomas. Así, comienza a verse la piel como un órgano y un lugar donde se desarrollan enfermedades,  lo que sienta las bases para la aparición eventual de una especialidad médica especial (Brufau, 2009; s/p). En 1712, el médico ingles Daniel Turner (1667–1741) escribe el primer libro de dermatología en inglés (Levell, 2016; 63), y primero además en un idioma diferente al latín,

 

 

 

En esta época los adelantos médicos en humanos influyen profundamente a interesados en la salud animal lo que desemboca en la separación de la medicina humana de la medicina del resto de los animales surgiendo la medicina veterinaria con la creación de la que se considera primera escuela superior de medicina veterinaria del mundo, la  École Royale Vétérinaire de Lyon en 1761 y posteriormente la de Alfort en 1765 de las cuales derivan las del resto de Europa y del planeta. Ya pocos años luego de su nacimiento, el desarrollo técnico en  la cría, producción y sanidad animal en la medicina veterinaria avanza rápidamente encargándose del control de enfermedades animales contagiosas en donde las afecciones cutáneas, como sarna, tiñas, muermo, viruela, costras o cicatrices, tuvieron especial atención y ocuparon espacios importantes en los múltiples libros sobre hipiatría y otras artes de cuidado animal que aparecieron en ese siglo (Guaguère, 2008).

 

 

Por otro lado, en cuanto a la historia de la dermatología veterinaria y humana en Venezuela, como pasa en el resto de la América colonizada por España, esta es también antigua como demuestran evidencias historiográficas entre los siglos XVI, XIX y algo del XX en las que se observan descripciones de enfermedades de la piel y tratamientos en humanos y otros animales, estos últimos mayoritariamente asociados a sistemas de curación primitivos usados en las zonas ganaderas resultado del sincretismo de conocimientos naturalistas indígenas prehispánicos, con aquellos traídos por los africanos, sumados a las prácticas tradicionales españolas y finalmente con la adición de ciertos y reducidos adelantos científicos. La suma de estos elementos es lo que se ha denominado recientemente etnomedicina y etnomedicina veterinaria, que nos es otra cosa que el saber sanitario y zoosanitario radicado en el colectivo que contribuyeron seguramente a la evolución de las disciplinas biomédicas desde el plano empírico al científico

 

 

La Aparición y Evolución de la Dermatología

 

A partir del 2 tercio del siglo XIX surge en Francia para desarrollarse y expandirse por todo el mundo, el movimiento positivista, iniciado por Augusto Comte (1789-1857), que sostiene  que el hombre es incapaz, a través de su solo intelecto o de ensayos metafísicos, conocer las causas primarias de los fenómenos mientras decreta que existe la necesidad de investigar racionalmente el entorno para así poder hallar sus factores medibles, establecer las relaciones causa-efecto que sustenten las leyes naturales que los rigen, contratar distintos fenómenos relacionados entre sí y finalmente generar nuevo conocimiento que permita entender y explicar mejor la naturaleza. Ambas medicinas se ven influenciadas notablemente por esta corriente filosófica haciendo aparecer una mentalidad racional-naturalista que proporcionan un salto cualitativo al incorporar nuevas visiones y técnicas en la etiopatogenia, el diagnóstico o en los tratamientos basadas en el análisis racional y la experimentación, lo que a la postre le sumará una mayor carga científica a estas disciplinas. Las ideas positivistas

 

“… favorecieron los estudios clínicos y la descripción y diferenciación de síntomas mediante la observación de las lesiones a la cabecera del enfermo. Esta nueva actitud clínica, permitió la clasificación de las enfermedades por órganos y sistemas, lo que condujo a la división en especialidades médicas.” (Brufau, 2009; s/p)

 

En el caso particular de la dermatología

 

“… esta nueva visión de la medicina fue desarrollándose, se superó la explicación tradicional de las enfermedades cutáneas como signos y síntomas de afecciones internas y la piel empezó a ser considerada como el lugar donde se desarrollan enfermedades.” (Brufau, 2009; s/p)

 

Las últimas décadas del siglo XIX y la primera década de siglo XX,  trajeron consigo el paulatino reconocimiento de las especialidades tanto en la medicina como en la medicina veterinaria, entre ellas la dermatología, que daba paso a su consolidación e institucionalización en su práctica y su enseñanza. De hecho en esta visión integradora de establecimientos clínicos y docentes, que dieron origen posteriormente a los hospitales universitarios, fueron pioneros los países germanoparlantes de Europa central hacia mediados del siglo XIX. (Levell, 2016; 68)

 

 

 

La especialidad dermatológica temprana fue desarrollándose asociada, en principio, con la urología debido a la necesidad de atender el diagnostico y tratamiento de la sífilis y otras enfermedades venéreas. Así,

 

“…las clínicas de Dermatología y Venereología se extendieron por toda Europa [y América] y se establecieron departamentos y cargos docentes. Se fundaron sociedades y revistas y se organizaron congresos nacionales e internacionales.” (Brufau, 2009; s/p)

 

 

 

En este particular destaca la llamada Nueva Escuela Vienesa de Dermatología nacida y desarrollada en la capital austríaca que llegó a convertirse en referencia de la dermatología moderna en la segunda mitad del siglo XIX. Fue su fundador el checo, nacido en la Moravia bajo la administración austríaca, Ferdinand Ritter von Hebra (1816-1888), un médico con interés en las enfermedades de la piel al que se le denomina “el padre de la  dermatología moderna” que además publicó en 1956, el que se considera unos de los atlas de dermatología más influyentes de todos los tiempos, el Atlas der Hautkrankeiten (Atlas de Dermatología). A esta escuela pertenecieron sus discípulos, devenidos posteriormente en grandes dermatólogos pioneros, Heinrich Auspitz, Salomon Stricker, Isidor Neumann, Salomon Ehrmann, Paul Gerson Unna  y, quizás el más nombrado, Moritz Kaposi, que estudiaron o descubrieron muchas enfermedades de la piel, sus agentes causales, patogenias y tratamientos.

 

 

 

Esta escuela vienesa asociada al hospital general llgemeines Krankenhaus der Stadt Wien, la del St John's Hospital for Diseases of the Skin en  Londres y la del Service de Dermatologie de l’hôpital Saint-Louis de París fueron las más importantes en los albores de la dermatología.

 

 

 

En este mismo contexto, el médico y también médico veterinario militar checo, Dr. Hugo Schindelka (1853-1913), discípulo de Hebra que destacó como patólogo, salubrista, epidemiólogo, clínico, inventor de laringoscopios y endoscopios veterinarios y responsable de la introducción de la endoscopía en la medicina veterinaria, dermatólogo, docente e investigador de la Universidad de Viena y formado en la menciona escuela dermatológica, publica en 1903 el libro Hautkrankheiten bei Haustieren Handbuch der Tierärztlichen Chirurgie und Geburtshilfe (Enfermedades de la Piel en Mascotas Manual de Cirugía y Obstetricia Veterinaria) evento que se toma como inicio de la disciplina de la Dermatología Veterinaria, hace hoy 115 años.

 

 

 

Sin embargo, en la primera década del siglo XX este movimiento europeo de la dermatología moderna repercutió en América. En 1908, hace exactamente 110 años y quizás más allá de la simple coincidencia, se inauguró el Departamento de Dermatología del Hospital de la Beneficencia Española de México, servicio pionero ene se país y uno de los primeros que tuvieron un estatuto formal en México; se crean cátedras de dermatología y sifilografía en Perú y en Colombia; y se crea la Revista Argentina de Dermatología.

 

 

 

Asimismo en 1908, el antiguo Instituto Seroterápico Nacional de Manguinhos en Brasil fue transformado por el médico e investigador Oswaldo Cruz en el Instituto de Patología Experimental, en el que la investigación dermatológica estuvo privilegiada debido a la influencia que Cruz había recibido de  Raymond Sabouraud, el mismísimo fundador de la micología médica, con quien había trabajado en Paris. Junto a Cruz, un grupo de eminentes profesores y jóvenes científicos que pasaron por el Instituto de Manguinhos se convierten en la primera generación de dermatólogos brasileños (Galimberti et al, 2007; 74) muy prolíficos en estudios e investigaciones médicas. Entre ellos Adolfo Lutz, Gaspar Vianna, Antônio Carini, Adolfo Lindemberg y Ulisses Paranhos, quienes hacen investigaciones originales sobre algunas enfermedades estudiadas por la dermatología como la lepra, la leishmaniosis, la paracoccidioidomicosis y la blastomicosis suramericana. (Carrara, 1996; 88)

 

 

 

En Venezuela, el primer nativo del cual se conoce estudió y prácticó la dermatología fue el médico Nicanor Guardia hijo (1860-1898) quien se especializó en el hospital Saint Louis de París. Desafortunadamente el Dr. Guerra no dejó escuela por lo que no se le puede considerar como el fundador de la especialidad en el país (Briceño-Maaz, 1991). Más adelante, el 30 de diciembre de 1908 se publica en la Gaceta Oficial N° 10.581 un Decreto del Ministerio de Instrucción Pública que por disposición del Presidente de la República, general Juan Vicente Gómez, crea la Cátedra de Clínica de Dermatología y Sifilografía en la Universidad Central de Venezuela, asignándosele 200 bolívares mensuales de subvención y nombrando como titular al médico Manuel Pérez Díaz (1872-1931) (Fundación Empresas Polar, 2010; 3) hecho que da inicio a la disciplina en Venezuela y del cual se están cumpliendo este año también 110 años. Pérez Díaz había sido, en 1896, becado por el gobierno nacional a especializarse en el hospital Saint Louis de París, en el cual realizó durante 3 años el curso de Dermatología y Sifilografía. A partir de 1904 fundó y ejerció la jefatura del Servicio de Medicina dedicado a enfermedades de la piel del Hospital José María Vargas, primer centro en ofrecer los servicios de dermatología en el país; además entre 1909 y 1929 ejerció como inspector general de las leproserías en Venezuela. (Fundación Empresas Polar, s/f)

 

 

 

Progresivamente fueron sucesores de Pérez Díaz en el servicio del Hospital Vargas y en la Cátedra, el Dr. Miguel Jiménez Rivero (1892-1938) quien publicó en 1936 el primer libro en Venezuela de la especialidad titulado Dermatosofiligrafía Venezolana; el Dr. Pablo Guerra (1903-1944), fundador además del laboratorio de micología en el Hospital Vargas; el Dr. Martín Vegas (1897-1991); el Dr. Leopoldo Briceño Iragorry (1908-1984); el Dr. Carlos Julio Alarcón, (1906-1998) quien, en colaboración con los doctores Martín Vegas y Francisco Kerdel Vegas (1928- ), publicó en 1955 Evolución de la Dermatología en Venezuela; y finalmente el Dr. Jacinto Convit (1913-2014), alumno dilecto de Vegas y Briceño, creador del Instituto Nacional de Dermatología en 1971, que a su vez dio paso en 1984 al Instituto de Biomedicina (Briceño-Maaz, 1991) considerado uno de los científicos más prominentes en la historia de Venezuela. Todos ellos fueron modelando a la Dermatología venezolana como una especialidad de avanzada reconocida mundialmente, con amplias relaciones de interacción y crecimiento con la medicina veterinaria en cuanto enfermedades zoonóticas y con hospederos y reservorios animales y de la cual la dermatología veterinaria nacional fue también nutriéndose.

 

 

 

          La WAVD se mantiene desde entonces como órgano superior de la especialidad en el mundo y responsable del Congreso Mundial de Dermatología Veterinaria que en 2016 llegó a su octava edición mientras se organiza una novena en Australia en 2020. Este movimiento científicos-profesional ahora apunta hacia la formación de colegios de dermatólogos veterinarios nacionales y regionales, surgiendo ya el estadounidense, el canadiense, el australiano-neozelandés, el europeo o el asiático entre otros, como órganos de educación continua, perfeccionamiento y acreditación de los especialistas en el área.

Conforme avanza en siglo XX, el interés mundial por la dermatología va creciendo paulatinamente, y es así como el médico, dermatólogo y venereólogo alemán Dr. Julius Heller (1864-1931), quien era un estudioso de las enfermedades de la piel en humanos y en el resto de los animales, publica en Berlín en 1931 un libro en cada una de esas áreas los cuales se convertirán en famosos textos dermatológicos, el Handbuch der Haut-Und Geschlechtskrankheiten (Manual de piel y enfermedades venérea) en medicina de humanos y el Die Klinik der wichtigsten Tierdermatosen (La clínica de las dermatosis animales más importantes) en la medicina veterinaria. (WAVD, 2018). Ese mismo año, el médico veterinario, internista, radiólogo, patólogo, podólogo, dermatólogo, fotógrafo, cineasta, piloto y pedagogo checo de la Universidad Veterinaria y Farmacéutica de Brno, Dr. Franktišek (Frank) Král (1892-1980) publica el texto Veterinární Dermatologie (Dermatología Veterinaria), por cierto uno de los primeros libros de medicina veterinaria publicados en idioma checo (Holub, 2012); posteriormente, en 1948, el Dr. Kral emigra a los Estados Unidos, para ingresar a la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia, donde forma la Clínica Veterinaria Dermatológica, la primera unidad de enseñanza de las enfermedades cutáneas animales en ese país [Y hasta donde sabemos en todo el continente americano], y publica en 1953 una versión, revisada, expandida, traducida al inglés [Primero en ese idioma] y en coautoría con el Dr. Benjamín Novak, de su obra de 1931 (Rodríguez, 2017). Fue famoso además por haber sido el Médico Veterinario y dermatólogo particular de los ejemplares caninos Collie que le dieron vida a la heroína televisiva Lassie (Holub, 2012).

 

 

El movimiento brasilero de la dermatología ha ido cobrando fuerza y protagonismo desde que el médico veterinario, salubrista, patólogo, micólogo y dermatólogo de ese país, Dr. Carlos Eduardo Larsson, propusiera la medicina externa, término contrapuesto a la medicina interna (Rodríguez, 2017), fundando además del primer Departamento de Dermatología creado en escuela veterinaria alguna en América Latina, en el año 1984, en el Hospital Veterinario de la Universidad de Sao Paulo en Brasil.

 

 

 

En Venezuela desde hace casi un cuarteto de décadas la investigación en patología dermatológica ha ocupado espacios importantes en las facultades de medicina veterinaria en apoyo a la práctica privada en pequeños y grandes animales, en las cuales ha crecido paulatinamente el interés por el tema, hecho que se manifiesta en la organización de múltiples eventos científicos y de educación continua. También desde los colegios regionales y desde la Sociedad Venezolana de Médicos Veterinarios de Pequeños Animales (SOVEMEVEPA) se han propiciado actividades con el objetivo de mejorar la actividad clínica en este tipo de patologías, dadas las necesidades crecientes al respecto.

 

 

 

En este contexto venezolano, destaca en clínica, investigación y docencia de la dermatología de todas las especies animales, incluidos los humanos y con un trabajo de ya varias décadas, el prominente patólogo médico y médico veterinario de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) Dr. Gustavo Bracho, considerado un importante maestro y referente nacional, con muy activas líneas de investigación en dermatología veterinaria.

 

 

 

Pero más recientemente, representan prominentemente la dermatología en la medicina veterinaria los doctores venezolanos Ma. Gracia Masiero y Javier Dlujnewsky (Rodríguez, 2017); por cierto, este último ubicado entre el selecto grupo de profesionales del continente americano que están optando por un reconocimiento del American College of Veterinary Dermatology (ACVD) y la European Society of Veterinary Dermatology (ESVD) con el título de Diplomado de Facto en Dermatología Veterinaria con base a su dilatada trayectoria clínica e investigativa en el área.

 

 

 

Lo que está llegando y lo que ha de venir

 

Para muchos, la Dermatología se ha convertido en una de las ramas más importantes de la medicina veterinaria en los tiempos recientes debido a que los animales, entre otras cosas, están viéndose afectados directamente por los factores resultantes del cambio climático y las variaciones marcadas en el medio ambiente que han hecho aumentar los casos de alergias, atopias, afecciones pruriginosas, parasitosis, alopecias y cáncer de diferentes tipos que cada vez más requieren de una atención más allá de la que pueda dar un clínico general. Otros especialistas advierten que los patrones modernos de vida, como la conducta y la cultura de mascotas, como su humanización y el forzarlos a usar ropa, pueden estar provocando afecciones cutáneas ya que causan stress, sobrecalentamiento del organismo, alergias a los tejidos y los tintes; que se suman a otitis o los ectoparasitosis, así como a las alergias o dermatitis provocadas por el uso de detergentes, desinfectantes y agentes clorados para la limpieza de los hogares.

 

 

 

Así, tal y como la plantea el apasionado dermatólogo veterinario de la University of California-Davis, Dr. Peter J. Ihrke, las últimas dos décadas han sido de extraordinario progreso en la dermatología veterinaria convirtiéndola en una verdadera área en expansión. Los grupos interesados han crecido en tamaño e influencia forzando su organización y reconocimiento como especialidad independiente separada de la medicina interna, proliferando programas de entrenamiento de postgrado en Norteamérica, Europa, el Reino Unido o Australia, lugares donde además se han creado colegios de la especialidad que certifican a profesionales a través de procesos de examinación y diplomado. (Ihrke, 1994; 103-110)

 

 

 

El médico dermopatólogo estadounidense Ronald Wheeland, profesor de la Universidad de Arizona y con 34 años de práctica profesional el área, plantea que dada la evolución en el pasado reciente de la dermatología, es muy optimista sobre su futuro y se atreve a predecir un enorme número de avances científicos en el área en los próximos años sobre todo en el uso de agentes biológicos, anticuerpos monoclonales, células madre, factores de crecimiento, instrumentos lumínicos y de laser, así como en cuanto a la inmunohistoquímica, quimioterapia, sanación de heridas y cirugía cosmética; tales progresos proporcionarán  mayor complejidad a la especialidad, por lo que también espera el surgimiento y desarrollo de subespecialidades dermatológicas en las que los clínicos irán buscando su nicho (Wheeland, 2016) . Por su lado el dermatólogo veterinario español, Dr. Gustavo Machicote, plantea la investigación genómica, la inmunofarmacológica y el aseguramiento de la individualidad del paciente en su atención y tratamiento como las áreas claves en el futuro de la especialidad y afirma que son y serán sin duda las que mostrarán grandes avances en este siglo (Anónimo, 2016a; 34-36). Wheeland está convencido además que la demanda de servicios dermatológicos continuará imbatible en el futuro por lo que espera que se desarrollen, aun mucho más, los programas de entrenamiento a nivel de educación continua a nivel intermedio así como de residencias universitarias de postgrado. (Wheeland, 2016)

 

 

 

Entre las tecnologías de avanzada que visualiza el Dr. Wheeland en el horizonte clínico está, como lo mencionábamos, el uso de células madre ya está en marcha en medina veterinaria. Sobre el particular el Dr. Lluís Ferrer, médico veterinario patólogo y dermatólogo del Laboratorio de Medicina Regenerativa de la Escuela Cummings de Medicina Veterinaria de la Universidad Tufts en Boston USA, ha empezado a hacer ensayos clínicos con células madre que están demostrando un gran porcentaje de éxito en el tratamiento de dolencias dermatológicas de animales como demodicosis canina, leishmaniosis canina, hyaluronosis en Shar Peis Chinos y otras genodetermatosis y problemas de inmunidad innata de la piel. El objetivo del proyecto en curso del Dr. Ferrer es evaluar el potencial de las células madres autólogas o pluripotentes colocadas intralesionalmente en fistulas perianales, en casos de perifurunculosis anal canina una enfermedad autoinmune mediada por células T relacionada con homocigosidad que afecta los Pastores Alemanes y que es un modelo de la enfermedad enterocutánea humana de Crohn (Tufts University, 2017).

 

 

 

Otros proyectos en curso se enfocan en investigaciones traslacionales,  del escozor crónico, el escozor neuromediado, la dermatitis atópica o el pioderma recurrente, para entender mejor su aparición, patofisiología y tratamiento (Gardner, 2017). Estas investigaciones cuyos resultados van directamente del laboratorio al paciente o en ocasiones del animal experimental al humano o de la experiencia clínica humana a la animal, cobran importancia radical hoy en día cuando algunos tratamientos que se usan en medicina veterinaria aun no están disponibles o no están aprabobados para usar en humanos y viceversa.
 
  Existen también hoy calurosas discusiones en la comunidad científica mundial acerca de estos y otros temas claves a atender, así en el Congreso Mundial de Dermatología Veterinaria de Bordeaux Francia en el 2016 destacaron: las inmunoterapias destinadas a tratar el linfoma, el dolor crónico y la atopia;  las bacterinas staphylococicas contra el pioderma; la resistencia bacteriana en infecciones staphylococicas; la suplementación dietética con ácidos grasos omega 6 y omega 3 en el tratamiento de la seborrea y las dermatosis pruriginosas e inflamatorias; y el gran debate acerca de la eficacia de los antihistamínicos (Anónimo, 2016b). 
 
A su vez, otros expertos se enfocan hacia la variación de las afecciones cutáneas entre razas de una misma especie como en el caso de los perros; así como al establecimiento de las bases genéticas de patologías como histiocitosis maligna, epidermólisis bullosa genética, acrodermatitis letal, ictiosis, queratodermia nasoplantar, dermatitis atópica canina; e inclusive nuevas tecnologías como las glicotecnologías, cuyo principio es prevenir la adherencia de bacterias y levaduras por la acción de azúcares como la ramnosa (Guaguère, 2008; 320). Las alergias alimentarias, parásitos diferentes a las tradicionales pulgas y garrapatas, hongos, enfermedades inmunomediadas y por hipersensibilidad como pénfigo, vasculitis o dermatomiositis, enfermedades endocrinas con reflejos cutáneos, enfermedades infecciosas bacterianas, fúngicas y virales, neoplasias no deberían estar fuera nunca de las discusiones y la investigaciones (Campbell, 2016).
 
Mientras algunos piensan que se debe investigar aun mas acerca de la eficacia de las intervenciones farmacológicas  de las enfermedades cutáneas como la atopia usando glucocorticoides, antibióticos y compuestos hormonales de forma oral o tópica. Pero, también sugieren avocarse a ampliar los ensayos acerca del uso de antagonistas de receptores de histamina, antidepresivos tricíclicos, terapias herbales chinas, complejos homeopáticos, vitaminas, antiinflamatorios naturales o antibióticos inmunomodulados (Olivry  y  Mueller, 2013).

 

 

 

Tales debates e investigaciones clínicas demuestran que el desarrollo y el camino porvenir de la dermatología es frondoso y que seguirán indiscutiblemente asociados a la intersección necesaria entre todas las ciencias biomédicas, en este caso el matrimonio entre medicina veterinaria y humana, cumpliendo con los preceptos de los paradigmas del One Health y One Medicine propuestos como hojas de ruta de nuestro futuro; porque en definitiva tanto médicos como médicos veterinarios aún tienen mucho que aprender los unos de los otros.

 

 

 

 

 

FUENTES:

 

1.       Almela, Ramón. Dermatología Clínica en Perros y Gatos. Antequera (España). Editorial IC. 2014. 268 pp.

 

2.       Anónimo. La dermatología vive una situación incipiente porque hay pocos especialistas. Barcelona (España). Revista IMVeterinaria #2 2016a. pp 34-36 En: https://www.imveterinaria.es/revista/2/. Revisado en Enero del 2018.

 

3.       Anónimo. Lo más interesante del Congreso Mundial de Dermatología en Burdeos 2016. Barcelona (España). Affinity Petcare. 2016b. En: https://www.affinity-petcare.com/vetsandclinics/mas-interesante-del-congreso-mundial-dermatologia-burdeos-2016. Revisado en Enero del 2018.

 

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